El CTE no sólo marca un cambio en la regulación de la edificación, sino que también asegura la armonización con las directivas europeas, promoviendo una edificación segura, sostenible y eficiente. Su estructura se divide en dos partes clave:
1. Disposiciones generales:
Esta sección define el ámbito de aplicación del CTE, estableciendo claramente los requisitos que deben cumplir las edificaciones en cuanto a seguridad, habitabilidad y clasificación de usos. Promoviendo una construcción que responda a las necesidades y expectativas tanto de los usuarios como de la sociedad en general.
2. Documentos básicos:
Esta parte es crucial, ya que proporciona directrices específicas y técnicas para cada uno de los aspectos fundamentales de la edificación. Los documentos básicos están divididos en áreas clave como:
- Seguridad estructural: Asegura la estabilidad y resistencia de las estructuras frente a cargas y esfuerzos, garantizando que los edificios sean seguros durante su vida útil.
- Protección contra incendios: Establece los requisitos para minimizar los riesgos y daños en caso de incendio, incluyendo medidas de prevención, detección y evacuación.
- Accesibilidad: Define las condiciones que deben cumplir los edificios para ser accesibles y utilizables por todas las personas, incluyendo aquellas con discapacidades.
- Salubridad: Aborda aspectos relacionados con la calidad del aire interior, el control de humedad y la gestión de residuos, para asegurar un entorno saludable para los ocupantes.
- Eficiencia energética: Establece los criterios para el diseño y la construcción de edificios que reduzcan el consumo energético, promoviendo el uso eficiente de recursos y la sostenibilidad ambiental.